martes, 6 de enero de 2009

Una noche en Casablanca

Muchas veces en el mundo, en general, y en la comedia, en particular, hay imitaciones y acusaciones de plagio. Si bien en la mayoría de los casos esto es cierto, en otros se debe a que de la infinidad de posibilidades que hay para elegir tú quieres usar una en concreto porque crees que funcionará.

Cinco años después del estreno de Casablanca, los hermanos Marx hicieron Una noche en Casablanca. Desde los estudios de la “Warner Brothers” llegó una carta que amenazaba con iniciar un proceso judicial alegando que el título se parecía demasiado. Groucho respondió de la siguiente manera (carta casi íntegra sacada de Groucho y yo)


“Queridos hermanos Warner:

Parece ser que hay más de una forma de conquistar una ciudad y tomarla como parte de tus propiedades. Por ejemplo, cuando empezamos a hacer esta película, no teníamos ni idea de que Casablanca perteneciera a los hermanos Warner. Sin embargo, pasaron sólo unos pocos días desde que anunciamos que íbamos a hacer la película hasta que nos llegó una larga, complicada y amenazante carta legal, que nos avisaba de que no debíamos usar el nombre Casablanca.

Parece ser que en 1471, Fernando Balboa Warner, vuestro tatarabuelo, mientras buscaba un atajo a la ciudad de Burbank, llegó hasta las costas de Africa y blandiendo bastón de alpinista (que más tarde trocó por 100 acciones de la compañía) le había dado al lugar el nombre de Casablanca.

Simplemente, no puedo entender vuestra actitud, porque aunque repusierais vuestra película, creo que el espectador medio podrá distinguir entre Ingrid Bergman y Harpo. No tengo claro si yo podría hacerlo también, pero estoy dispuesto a intentarlo con todas mis fuerzas.

Decís que el nombre de Casablanca es vuestro y que nadie más lo puede usar sin vuestro permiso, ¿qué pasa con "Hermanos Warner"? ¿También lo tenéis en exclusiva? Es posible que podáis usar el nombre Warner. Pero, profesionalmente, nosotros éramos hermanos mucho antes que vosotros. […] Incluso antes que nosotros, ha habido otros hermanos: los hermanos Smith, los hermanos Karamazov y el “hermano, ¿puedes darme una perra gorda?”

Y ahora Jack Warner, pasemos a tu caso concreto ¿Sostienes que el tuyo es un nombre original? Bueno, pues no lo es. Se usaba incluso antes de que nacieras. Así, de repente, se me ocurren un par de Jacks: Jack matagigantes, el del cuento de las habichuelas mágicas, y Jack el destripador, que ya en sus tiempos no se cortaba ni un pelo.

En cuanto a ti, Harry, seguramente firmes tus cheques pensando que eres el primer Harry y que todos los demás son unos impostores. Sin pensármelo mucho, se me ocurren dos Harrys que te precedieron: Lighthorse Harry, que tuvo una fama revolucionaria, y Harry Appelbaum, que vivió en la 93, esquina Lexington. Por desdicha Appelbaum no era demasiado famoso. Las últimas noticias que tuve de él es que estaba vendiendo corbatas en los almacenes Weber.

[…]

Quiero a los hermanos Warner. De hecho algunos de mis mejores amigos son hermanos Warner. […] Intuyo que todo es un error del horrible y triste departamento legal de la empresa, controlado por alguno de esos tipos con problemas escolares, un trepa necesitado de fama y admiración, y demasiado ambicioso para respetar las leyes naturales de la promoción. […]

En fin, no se saldrá con la suya. ¡Lucharemos hasta el final!, ¡apelaremos hasta el Tribunal Supremo! Ningún aventurero jurídico va a sembrar discordia entre los Warner y los Marx. Porque todos somos hermanos y seguiremos siendo amigos después de que la última bobina de Una noche en Casablanca termine de enroscarse.

Sinceramente,

Groucho Marx”



Después de esta carta, le pidieron desde la Warner a Groucho que les escribiera sobre el argumento. Les respondió en dos ocasiones de manera tan absurda que al final la película se llamó Una noche en Casablanca.

1 comentario:

PaDi dijo...

Por un momento pensaba que ibas a contar el sueño en el que Coca iba de reportero a la Casa Blanca con Pedro Reyes y terminaban la noche bailando el Moonwalker con el guardaespaldas del Señor Presidente.
La verdad, que con suficiente ingesta de alcohol, difícil hubiera sido distinguir a Ingrid de Harpo, e incluso de Esperanza Aguirre